El polen es en realidad un conjunto de granitos microscópicos, de medida inferior a la cabeza de una aguja, que son producidos por el aparato reproductor masculino de las flores que en la época de polinización otras plantas para hacer posible la fecundación al transportar en su interior células espermáticas que permitirán la formación del fruto y supervivencia de la especie vegetal. Este traslado del polen se realiza más frecuentemente mediante el aire sobre todo cuando existe viento. Esta forma de polinización se conoce técnicamente como polinización anemófila. En cambio se conoce como polinización entomófila la que se realiza mediante el transporte del polen por insectos, generalmente atraídos por aquellas plantas con flores más vistosas.
Así pues la polinización de las plantas anemófilas explica que los síntomas respiratorios sean la forma habitual de manifestación de la alergia polínica. Lo más frecuente es la rinitis y la tos con o sin conjuntivitis y con menos frecuencia pero con más riesgo para la salud el asma bronquial. Hay que tener en cuenta que las partículas de polen son invisibles para el ojo humano. El polvillo algodonoso que a menudo vemos coincidiendo con el inicio de la primavera no es polen sino que en realidad son partículas más gruesas que corresponden a material vegetal inerte procedente de las semillas
Las personas que presentan síntomas de alergia respiratoria tienen que contactar con su médico de cabecera para valorar, según la severidad de la sintomatología, si simplemente pueden ser controlados con tratamiento empírico mediante los nuevos agentes antihistamínicos (que no causan la somnolencia de los antiguos al no pasar al sistema nervioso central) o bien es aconsejable pruebas cutáneas o analíticas de sangre para averiguar exactamente el tipo de alergia polínica existente, su intensidad biológica y valorar una posible desensibilización.
Hay que tener en cuenta que a menudo existe alergia a más de un tipo de polen. La desensibilización se realiza mediante las clásicas vacunas subcutáneas o bien, de forma menos agresiva y con menos riesgo para el paciente, con las nuevas formas de vacunas sublinguales. En ambos métodos hay que tener en cuenta que esta desensibilización habrá que ser sostenida durante un periodo de varios años para obtener su máximo efecto beneficioso terapéutico. Igualmente importantes son las recomendaciones para evitar la exposición intensa a polen:
- Evitar las zonas verdes sobre todo en días secos y soleados.
- Priorizar el ejercicio físico hacia el anochecer o la noche que es cuando a menudo empiezan a bajar los niveles de polen atmosférico.
- Cerrar las ventanas del dormitorio durante las horas del día.
- Utilizar aparatos de aire acondicionado con filtros de polen, ya bastante habituales en los vehículos de los últimos años.