Pensamos que la neumonía es una enfermedad exclusiva del invierno, pero no es así. Esta patología se puede manifestar en cualquier estación del año
Se estima que el 5% de todas las personas que reciben tratamiento en un hospital padecen neumonía. Se trata de un tipo de infección respiratoria aguda que afecta a los pulmones y es especialmente frecuente en ancianos, niños, personas inmunodeprimidas y pacientes con patologías crónicas como una enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), cardiopatía crónica, insuficiencia renal, cáncer, cirrosis hepática y diabetes.
Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), de los 50 millones y medio de muertes que se produjeron en 1990 en todo el mundo, más de 4 millones se atribuyeron a neumonías, y se estima que en 2020, de las más de 68 millones de muertes anuales predecibles, casi 12 millones serán por causas respiratorias
La neumonía es una enfermedad infecciosa frecuente y potencialmente grave, con una elevada morbimortalidad a pesar de los continuos y relevantes avances diagnósticos-terapéuticos. Esta patología se origina por una reacción inflamatoria de los alveolos pulmonares, causada a su vez por agentes infecciosos como virus, hongos o bacterias. Se transmite generalmente por contacto directo con personas infectadas.
Se debe acudir al médico cuando se tiene fiebre elevada, tos, dolor torácico y la sensación de falta de aire, que son los síntomas más característicos de esta enfermedad.
Sin duda, el mejor método de prevención es la vacunación. Para ello, se dispone de la vacuna antigripal recomendada cada temporada para personas mayores de 65 años, pacientes con enfermedades crónicas, pacientes inmunodeprimidos, personal sanitario y personal cuidador de sujetos en grupo de riesgo. Cabe destacar la vacuna antineumocócica para proteger frente a Streptococcus pnemoniae, el microorganismo que con mayor frecuencia provoca una neumonía. Cuando el médico es alertado de estos síntomas de la neumonía y sospecha que el paciente puede padecerla, realizará una radiografía del tórax del enfermo y, en caso de considerarlo necesario, un análisis de sangre. Quienes sufran una neumonía más fuerte necesitarán hospitalización y antibióticos intravenosos.